Apología del champagne


A veces puede parecer que hago apología del consumo de champagne, así es amigos, así es, pero no porque crea que haya que consumir alcohol del bueno porque sí, sino porque creo firmemente que hay que celebrar cada pequeña victoria. Y tratándose de brindar para celebrar, no me negaréis que el champagne es lo más estupendo.

Hace bastante tiempo (dioses, empezamos a ser ya viejos amigos no?) os comentaba algunos de los errores más sonados del principio de La Condesa. Creedme si os digo que sigo comentiendo errores, oh sí! y los que trabajan conmigo también, vaya que sí! pero como no estamos en Gattaca resulta que son inevitables así que he aprendido a tomármelos con muuuuuucha más tranquilidad. ¿A qué nos lleva esto? A que los días en que no ha salido algo estrepitosamente mal merece la pena brindar para celebrarlo.

Brindar porque seguimos en pie después de dos años y medio de empresa formal y casi cuatro de costurera informal. Brindar porque este mes hemos pagado los alquileres a tiempo. Brindar porque resulta que tenemos feeling con otras culturas y gustamos en Dubai y Casablanca. Brindar porque la niña es feliz tirándose de los toboganes. Brindar porque llevo dos fines de semana seguidos sin trabajar. Brindar porque ha llegado uno de mis emails favoritos que empieza por "Aviso de transferencia". Brindar porque nos seguimos abrazando para rompernos las costillas de amor.

Hay muchos motivos por los que brindar, a veces hasta a mi misma se me olvidan, por eso es bueno tener algo con qué brindar a mano en la nevera que te lo recuerde.

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